miércoles, 25 de julio de 2007

Our House


House es mi serie favorita del año, junto con la asquerosamente adolescente Friday Night Lights, que ya no veo porque no tengo cable -insertar violines aquí-. No sólo porque el desarrollo de cada historia y el mixture entre elementos médicos y dramáticos me parezca magnífico y cualquier tipo que se diga guionista de House se me convierte automáticamente en héroe personal, sino porque me da esperanzas de poder andar de House por la vida. Escupiendo rabia para que no quede adentro, sabiendo que la confianza en uno mismo viene antes del tener siempre las respuestas correctas y no viceversa como el puto sentido común dicta, entrecruzando los límites del hijoputismo
y la bondad, respetando la vocación propia por encima de todo y, especialmente, de todos. Masacrando con palabras a los otros médicos, tan sistémicos como ineptos al lado del Bacán de la Esquina. Poner las cosas en orden cada vez que corresponda. Ser el master del Tetris de la vida. House es una serie muy fascista y, torcidamente, esa es su gracia. A uno no le dan ganas de tener un papá o un Presidente de la República como House; de hecho, todo el tiempo queda claro que algo así sería un desastre. Uno quiere SER House. El problema es que sin una inteligencia extrema, un dolor constante en tu pierna (¿conciencia?) y traumas de infancia con tu padre nunca serás House. Sobre todo por el primer punto. La gracia de House es que es un pequeño dios -los únicos que existen-. Misántropo como todo dios, y como humano que es se cae de repente y se para rápido. Sin daños a terceros. Gastándose un poco por dentro, pero qué diantres. Es House y mañana habrá otra niña de 8 años con una enfermedad inexplicable a la que hay que salvar.

1 comentario:

hueon snob. dijo...

que es esta hueá?, TV GUIDE?