lunes, 26 de mayo de 2008

un buen asdahsgdfashfs lo explica todo.

1. Insomnio. Llevo más de una semana viendo amanecer y durmiendo 4 o 5 horas en la mañana antes de almorzar y hacer como que enfrento al mundo. Toda la vida he tenido el sueño cambiado, pero ahora se puso crítico. Lo bueno es que descubrí que no soy el único.

2. Se me olvida lo mal que hace dejar de escribir. Las ideas fluyen distinto, hay baches, te cuesta encontrar la palabra exacta, pierdes un poco el manejo del dolor de guata que produce el escribir algo que te afecta un poco. Debe ser lo mismo que siente un tipo deportista que dejó de entrenar.

3. Y, lo peor de todo, surge la siempre maldita autocensura.

4. Y, lo peor de todo (bis), comienzas a desvanecer el límite entre realidad y ficción y no sabes muy bien en qué coordenada exacta del mapa te conviene instalarte.

5. Pero no se asusten, no es que esté escribiendo la gran novela chilena que todos los periodistas intelectualmente aspiracionales sueñan o soñaron con escribir. Es otra cosa. Ya renuncié a los delirios de grandeza producto de adolescencias mal habidas. Así es, hermano.

6. App de eso mismo: no quiero cumplir 26. No quiero. No quiero. No quiero. Argh.

domingo, 18 de mayo de 2008

Es temprano como nunca había estado despierto un día domingo, salvo cuando era pendejo e iba a misa. Afuera hay una tormenta de viento y lluvia pero de las grandes, con cielo color marshmellow, truenos prometiendo destrozar tu techo y gente perdiendo sus paraguas por los aires mientras cantan el soundtrack de alguna película amigable de TCM. La magia del sur. Cosas que están en mi ADN y nunca podré negarlas, como las sopaipillas sin nada o el pan francés. Anoche posteé muchas estupideces en muchos lados y ahora, down y bajo ninguna influencia psicotrópica, me cago de la risa leyéndolas. Soy más divertido cuando estoy high, pienso. Lo que tampoco es mucho decir, claro. En un rato bajaré e iré al Essomarket por El Mercurio -sí, adoro leer El Mercurio los domingos, me hace sentir un padre de familia- y un Watts de durazno, el remedio infalible para la deshidratación post-mezcla de vodka con Dr Pepper y marihuana elepeniana. La idea se me hace cuesta arriba: hace frío, mi única parka está quemada porque el muy idiota la pegó a la estufa a gas de una amiga y, claro, es domingo y hay toda una tradición nacional pajera por rescatar de las garras del capitalismo.

¿Para qué quiere uno un blog cuando tiene twitter? ¿Para qué quiere uno el social networking cuando hay vida afuera? Para no mojarse con las tormentas de Temuco, obvio.

A ratos la lluvia y el viento hiperventilado paran y surge un silencio sepulcral y desesperante. Me gusta. Tanto como me gusta no usar más de dos adjetivos por vez. Me desespera la gente que enumera adjetivos cuando escribe. ¿Realmente a alguien le pueden pasar tantas cosas al mismo tiempo? Multitask emocional. No me parece muy creíble. Sólo demuestra que has pasado demasiadas horas de tu vida frente a un diccionario. Ok, yo jarcoreo un sábado en la noche con el computador en mis rodillas, pero entiéndanlo: en Temuco hace frío y hay que buscar soluciones rápidas a eso: chalecos feos, alcohol barato, distancia interpersonal, lo que sea.

Escucho los truenos como si vinieran de las entrañas de las paredes de mi pieza y, vaya uno a saber por qué, pienso en cuánto extraño la sensación adolescente de embalarme con algo o alguien y no parar hasta conseguirlo. Cuando dejas de tenerla es cuando te convertiste de plano en un adulto, pienso. Cuando cachas que puede que sea más el tiempo de vida ya vivido que el que tienes por delante, y no hay tanto tiempo para ir probando. Miras tus fotos de pendejo e inmediatamente imaginas a tus descendientes viéndolas y pensando "qué onda, así era el abuelo, qué rancia era la gente en el 2008, mira con lo que se entretenían, BLOGS".

miércoles, 14 de mayo de 2008

No quiero ser periodexter

Las cosas están claras:

Quiero no aguantarme las ganas de triturar a un reducido pero hinchapelotas par de humanoides, vivir en Miami, hablar spanglish pero más cargado al inglés, convivir con negros, chicanos, latinamericanidols, salsas y teleseries de Telemundo, tener siempre la razón en mi trabajo y ganarle a los pernos que hacen las cosas como dicen los manuales, tener una hermana anoréxica que me caiga bien, tener una novia rubia que no moleste mucho (pero sin las trancas sexuales, gracias), leer con más precisión las mentes ajenas, aplicar la lógica matemática en algo útil, cuidar a la gente que vale la pena y que un psiquiatra al que no le pago me diga "es que tu problema es que no quieres perder el control" y me pregunte "en qué momento de tu vida te sentiste débil?" y después matarlo (y).

lunes, 5 de mayo de 2008

fin de semana largo

Tengo varios puntos que aclarar:

uno, que tengo un dolor de cabeza de la concha de su madre.

dos, que perdí mi tarjeta del Redbanc y me siento profundamente ahuevonado por eso. He hecho reconstrucciones mentales de todo lo que hice después de la última vez que saqué plata: el jueves, junto al bueno de Pablito, antes de irnos al softcorismo en la casa de la Né. Él sacó el comprobante para ver cuánto me quedaba y yo guardé las miserables dos lucas que saqué porque no quería gastar más que eso en alcohol. Quiero pensar que no fui tan idiota como para dejar la tarjeta ahí. Son actos automáticos, nadie los hace pensando y por eso me declaro incapaz de recordar si la saqué o no. Whatever. La cosa es que los oompa loompas del Santander son unos ineptos, y no es mi culpa que no les guste trabajar los fines de semana largos contestando el teléfono y que mañana a las nueve de la mañana deberé estar en la puta sucursal más cercana para pedir una tarjeta nueva, y ni siquiera tengo para la micro porque todo mi dinero está en esa cuenta. En este momento mi capital efectivo asciende a 290 pesos. Diez pesos menos de lo que cuesta subirse a una micro en Temuco.

tres, que un fin de semana de lectura de libros comprados en el Jumbo y visionado de series sobre adolescentes millonarios preocupados de la moda puede ser más que estimulante. No hace falta levantarse de la cama, ni siquiera hace falta conversar con gente. Me corrí olímpicamente de compromisos familiares y de amistad para lo que los columnistas del optimismo de suplementos de diario llaman "darse tiempo para uno mismo".

cuatro, que Los Años Maravillosos es la mejor serie de los ochenta.

cinco, que Blow Up es pura onda y debería haber sido un corto y me lateó y me importa una raja que sea "cine de calidad" y los pajeos intelectuales sobre la semiótica de la imagen.

seis, que las noticias sobre el volcán eruptando y Chaitén siendo evacuado y los helicópteros cayendo sobre la Costanera Norte me crean la ilusión de que el fin del mundo está cerca y que todos vamos a morir y como que me gusta la idea.

siete, que esta canción hace que me den ganas de a) que sean las ocho y media de la noche en verano, y b) saltar de la cama como en un comercial de leche sin lactosa.

jueves, 1 de mayo de 2008

aprendizaje



Tuvieron que pasar casi 10 años, muchos fracasos, un buen par de éxitos y demasiadas horas de televisión para darme cuenta que siempre Pacey fue el cool.