miércoles, 29 de diciembre de 2004

Va quedando poco. Muy poco. Muy. Los periodistas son todos unos buitres. Creo que nunca más en mi vida haré prensa. Me dedicaré a vender seguros y a escribir libros que jamás publicaré. Quemarlos es una buena idea. Lo mismo que ir deshaciéndose de dedos en cada fogata literaria. Un libro quemado, un dedo quemado. Así me obligo a no volverlo a hacer. Como siempre: no sé qué puede salir de eso.



Quizás debí pensar en prensa escrita desde el primer momento y quizás ése fue la primera carta mal tirada que arruinó todo el juego.



¿Para qué escribo este blog? Para releerlo en cinco años más y darme cuenta de qué es lo que no tengo que volver a hacer.



Tengo que adelantar y no que atrasar. Dejar de lado las obsesiones y hacerle más caso a las emociones. Que no, no son lo mismo. No bloquearme. Cambiar el curso de cada conversación a mi conveniencia. Decir "historias" en vez de "cachos" o de "noticias". Escuchar menos al resto y más a mí. Ser egocéntrico y no avergonxarme de ello. No mirar el reloj ni comprobar a cada rato que faltan muchas horas y muchos días para que algo comience a ponerse realmente bueno. Cambiar la radio. Cambiar el canal. Irme a puesta al aire a ver Sony si es necesario. Robarme los Plan B y los dvds vacíos. Pensar que, si los demás hacen preguntas imbéciles en las conferencias, yo también puedo hacerlas, porque total, a lo mejor es inteligente y yo no me he dado cuenta. Joder, esto es periodismo informativo. No cambiarás el mundo desde la televisión más autónoma del sur de Chile.





lunes, 13 de diciembre de 2004

Fui a una reunión con Michael, el gerente-general-director-ejecutivo-y-representante-legal. Había galletitas y espráit. Todo para decirnos que no está conforme con el noticiero, que lo encuentra "plano". Evaluación a la que yo agregué "demasiado institucional", a riesgo de ganarme tomates de parte de mis colegas. Para solucionar esto y para "crear opinión", Michael pretende invertir mucho dinero para importar desde la capital a un prestigioso y opinante periodista que, dentro de una o dos semanas, nos dirá cómo hacer realmente bien nuestro trabajo. Lo freak fue saber quién será ese periodista. Demonios. Quién me manda a ilustrar este pseudo-blog con fotitos irónicas. Debería ponerme a reportear sobre los niños pedofileados que arman improvisadas orquestas después de la orgía con los intachables en vez de perder el tiempo escribiendo acá.



Hace cinco minutos entró un flaite a la oficina y me dijo: "flaquito, te ofrezco estas gafas... están a 99 lucas en Ripley, te las dejo en 15". Eran Calvin Klein y supongo que eran grossas. Las palpé y me las probé, pero no tenía un espejo para mirarme. No tengo plata, mentí. ¿Cuánto tenís?, retrucó él. Nada, como luca para la micro, volví a mentir. ¿Y no tenís a alguien a quien conseguirle?... te las dejo en 10. Parte de mi sueldo (risas) aún sigue intacto, pero realmente no sé si invertirlo en gafas sea una gran idea. Quiero una cámara digital porque ando viendo fotos todo el día y no puedo sacarlas. Quiero la Samsung que vi en Almacenes París ayer. O, en último caso, un coso para escuchar mp3ses que me permita burlar la omnipresente Bio Bío que aparece y desaparece gracias -nunca mejor dichjo- a lo suelto que está el cable de la fea radio Recco que tengo a centímetros del teclado. Porque somos gente del sur. Igual que tú.

miércoles, 8 de diciembre de 2004

Ya. Hoy fue feriado y yo me esfumé del canal. Soy feliz y veo pasar el día lento y veo el noticiero y el pobre de Checho lo armó solo. Lleno de problemas técnicos e impuntual. Mala la cosa. El pequeño Jotapé tiene que ir a poner orden allá. Oh sí. Miren cómo corro. Estoy en camino hacia el túnel tránsfuga.



Envidio a los del cuadradito rojo que andan en sus cómodas camionetas y tienen cheque restaurant y sus mics son más bonitos y nunca jamás jamás tienen un problema técnico. Aunque la imagen sea fea. Hoy vi Teletrece y me gusta. Ya no lo encuentro tan malo. Así de veleidosas mis opiniones. Como nadie lee este blog, puedo gritarlo: me voy a cualquier parte donde me paguen más de 150 lucas y me den cheques restaurant para gastarlos todos en Mc Donald's y Pizza Hut. Estoy sentado frente al pecé recepcionando las ofertas. Adiós.

lunes, 6 de diciembre de 2004

sueñum

Mi gerente me pregunta cosas como: "pololearías con una negra?". O me sugiere: "por qué no te consigues el expediente?". Sí, el expediente del caso de pedofilia que se investiga en la regiondelaraucanía y que le destruirá la carrera política (candidatura presidencial?) a todos sabemos quién.



Por eso la tele regional está como está.

jueves, 2 de diciembre de 2004

9:50 AM.



- Pequeño Jotapé, ¿qué tienes para hoy?

- Ehh... nada, Checho. Por si no lo notaste, vengo recién llegando.

- Cincuenta minutos tarde... Oye, es que cachái que Claudio no va a venir hoy. Está enfermo y tiene que ir a tratarse a Valdivia con la polola y subirse a esos barcos para desestresarse, poh.

- Ya sé lo que eso significa.

- Sí. Putalahueá. ¿Por qué no vai a la conferencia de Podemos, después a la intendencia donde unos mapuches alegarán por algo, luego al Sernam a preguntarle a Janéte por mi tema favorito y de ahí a...



Ok. Así empezó mi día. "Haz cuatro notas dentro de la mañana", fue lo último que le oí a Checho, mientras se alejaba por el túnel que da a la calle al tiempo que hablaba por celular y subía las piernas para bajarse los pantalones y ocultar sus feos calcetines blancos. Mi instinto animal de supervivencia se activó y decidí que debía ser más winner que él. Más winner que yo. Hice todas mis notitis y hasta me quedó tiempo para conversar con César, el teletrece-boy que, pese a todo, está más delvalliano que nunca. Pelamos a nuestros respectivos canales y nos compramos un ordinario helado de cien de esos que venden en la plaza.



No entiendo cierta obsesión con el tema de las mujeres golpeadas. Creo que a Checho le pegaban cuando chico. Eso explicaría alrededor de dieciséis cosas que no entiendo acerca de él. Me dijo que fuera al sernam y preguntara lo de siempre para que la mina me respondiera lo de siempre. A la entrada, una viejecita conversaba con una mina joven con pinta de secretaria. "Los niños de ahora no saben quién es la mamá, si la nana que les da las comidas, o la señora que llega en la noche con los remedios", le decía. La otra sólo atinaba a reír y me miraba cómplice. Asumo que por culpa de viejas taradas como ésa es que existen cosas como el Sernam. Y por tipos como Checho existen cosas como el Injuv. El aparato estatal no es grande, es enorme. Comienzo a encontrarle razón a Alvaro Bardón. Hay que achicar esto como sea. Ya no puedo aprender más siglas ni nombres de tipos bigotudos de terno color diarrea que no conocen la diferencia entre un PC y un Mac.



En la tarde me mandaron -tarán- a mi ex colegio. Esta vez no me pude correr. La benemérita universidad que nos cobija tenía su gala de fin de año en la capilla y, obvio, esa era LA noticia del día y debía ser cubierta. Al principio nada fue tan malo porque conocí a las jóvenes integrantes de algo llamado Proyecto Orbita y conversamos mucho rato al punto que Lucho comenzó a mirarme feo y a hacerme gestos y les prometí pasarles el video y cubrir sus próximas presentaciones. Soy tan loser. Dentro de la capilla estaban los curas y me hice el tonto para no saludarlos. Justo apareció Miriam y me salvó llevándome hacia el ala izquierda, donde estaba la conchesumadre de la Tía Moni, mi profesora de castellano, quien me saludó cariñosamente. Cuando tenía 17 mi tercera razón para algún día publicar un libro era para que ella, que me ponía puros cuatros y me decía que "nunca llegarás a ningún lado con esa apatía" explotara de la rabia y se descompusiera dentro de su horrendo trajecito azul.