lunes, 22 de octubre de 2007

entre el asco y el musgo

Llevo dos semanas en mi decimoquinta nueva vida santiaguina y claramente no es hora de hacer un balance, pero como me siento pisteando en una carreta y necesito equilibrar, lo haré igual. Además hoy me dijeron que mis notas parecen escritas por "un periodista de espectáculos", lo cual en cierta forma equivale a que a un tipo que se fue obligado al servicio le digan que se puso cuadrado y frío.

La idea de llegar a la casa después de salir -alienado como salgo- de acá a las 6 me provoca un tsunami de lata, así que suelo quedarme vagando por ahí. Me he hecho un adicto a los helados malos de McDonald's: esos conos de máquina de tres gambas azucarados al filo de lo lisérgico. Son mi once favorita. Doy una vuelta por el Portal Lyon, veo chicas lindas por la calle, dvds que no quiero comprar (guau, ya no puedo decir no puedo, disis járcor) porque nunca tan histericonsumista, me aprendo maniáticamente el orden de las calles y hago el ejercicio de imaginar cómo era todo eso hace cuarenta o cincuenta o cien años: con menos edificios, con más tierra y con todo por hacer.

Aunque eche de menos mis comodidades burguesas como mi inigualable cama, mi vista a los edificios de Avenida Alemania, tomacorrientes que se quedan en su lugar y una ducha que funciona, no puedo odiar la casa de Bilbao: es mi tercera temporada ahí, me han aguantado mis idas y venidas y mi vecina me convida tallarines y pisco Capel malo para hacer piscola. Con wifi sería perfecto. Ando como idiota deambulando con el computador en la mano por el pasillo de entrada y el patio y la escalera por si llega algo, pero narinas. La gente le pone contraseñas a sus internerds. Tengo internet a mi disposición todo el día en el trabajo, pero no es lo mismo: ya me dijeron "quiero que te desconectes de messenger", acá no puedo bajar películas, no tengo privacidad para escribir huevadas como ésta y, bueno, hay miles de otras cosas que no puedo hacer, ehm. Y toda esa gente que sólo se conecta después de las nueve de la noche a la que no puedo saludar. Y sólo soy un adicto. Así que me hace falta. Mucha. No estamos para milnovecientosnoventaysieteadas.

No he tenido diversión nocturna fuera de los panoramas express de la casa y no se siente tan terrible. Y ando con esa hueá de no querer conocer gente por sentir que no tengo nada que contar.

Concluí que me gusta la cosa provinciana de saludar gente cada media cuadra. Auch. A la altura que lo vengo a cachar. Igual acá me he cruzado con gente de Temuco en pleana Providencia, a la que no saludo de puro orgullo autista, y con gente de acá que no sé muy bien por qué conozco pero conozco.

Hace rato que tengo claro que podría pasar el resto de mi vida pimponeándola entre dos ciudades: una histérica y una bucólica, una civilizada y una redneck. Una que me promete éxitos en un aspecto de la vida y fracasos en el otro, y otra que viceversa. Una donde (aún) no me conoce nadie y otra donde extrañamente me conocen demasiado. Aunque reniegue y putee y quiera destruirla moralmente, siempre estaré ligado a Temuco y siempre seré un adoptado en Santiago. Mañana nunca es el primer día del resto de tu vida: siempre es la mitad entre lo que ya la cagaste y lo que la estás por cagar. No voy a ser the-all-new jotapé por quedarme acá ni sufriré regresiones mentales por volver al musgo un invierno cualquiera. Mientras existan los buses (los aviones, cuando sea millonario) y la internerd, todo estará bien, pa-pá.

miércoles, 10 de octubre de 2007

pero weon!

asdasdasdf, ahora tienes todo lo que querías en 2004 o 2005 o 2006 o cualquiera de esos años en que vivimos en el limbo. desayunas completos en el metro pedro de valdivia, estás todo el día frente a un computador, conoces gente rara y llegas contento a ver los simpson comiendo pan con lonjas de algo que no sabes exactamente cómo se llama pero es rico. a tirarte con tu computador en el regazo a saludar a los themusgianos por msn. ahora calculas si te alcanza para comprarte un iPod, para ir a buenos aires en el verano o para ir todos los fines de semana a temuco porque temuco ya sí nos quiere, qué importa si son ocho horas de viaje y no alcanzas a estar más de cuarenta y ocho allá. la vida se puso járcor y la palabra sacrificio ya no existe. las cosas son simplemente cosas. se hacen y ya. la tolerancia al error ajeno y propio aumenta y disminuye como en una montaña rusa, pero nunca permanece en un término medio. como que mañana podrían declararme presidente del mundo y diría ya, bueno, no puede ser tan difícil.

lo que mejor me mantiene con los pies en la tierra es el tiempo. el reloj que anda para atrás, como cuando bart simpson tenía que languetear sobres como castigo y la hora de irse no llegaba nunca. creo que hago al menos tres simpson quotes al día. cuando me asciendan quiero decir "jotapé, has sido ascendido a jefe gorgory, y juanito, has sido ascendido a jotapé" "y quién hará de juanito?" "no lo necesitamos".

me carga no llevar mi manzanita al trabajo. feos los pecés. chao.