martes, 27 de septiembre de 2005

The big Apple

No estoy en Nueva York. Pero estoy en Santiago, y si todo sale bien, voy a morder la manzana. I'll think different.

Mi pieza es a toda raja. O sea, yo la encuentro a toda raja. Anoche le hice entrega a la dueña de un cheque que me permitirá adueñármela por un mes. Luego, comí frutas con yogurt con Julio, instalé mi saco, llamé a mi madre para insistirle en que me mande la tele luego, desembalé cosas y dormí.

Tengo un edificio encima que me hace sentir sicoseado. O que me puede transformar en un sicópata hecho y derecho. Al otro lado hay una puerta que da a la azotea. Anoche la abrí pensando en que era una pieza misteriosa llena de telarañas y pianos que se tocan solos, pero me encontré con un techo, el San Cristóbal y el edificio de Telefónica observándome con sus lucecitas.

Necesito alguna picada donde vendan monitores rascas a precio conveniente. O mejor aún, si alguien tiene un monitor rasca que me quiera vender a precio de provinciano pobre, que me avise.

Me doy cuenta que nada es tan terrible una vez que empieza. Es como dar la PAA. La noche anterior tienes nervios y no puedes dormir, aun cuando sabes que te irá bien. Son nervios porque sí. Entras a la sala, te sientas en el asiento, le sacas punta al lápiz mina y todo se calma.

miércoles, 21 de septiembre de 2005

Misantropía

Los Angeles es un Temuco con esteroides. O a lo mejor simplemente una muestra aleatoria de "el Chile profundo". Los clichés más absurdos, de los que me he reído por años con mis amigos que los entienden como tales, los estoy viendo ahora, en dos pies y metidos dentro de pantalones Dockers, poniendo cara de entenderlo todo, o montados en una moto, haciendo brumm-brumm con la boca abierta y mirando hacia donde están todos, o viendo la Parada Militar en el living, con todos los demás hombres del "asaíto", mientras las mujeres están en la cocina lavando, conversando del curso de pintura, de las vidas de los hijos, viviendo a través de ellos, haciéndose las apestadas pero en el fondo celebrándoles las gracias a los maridos: las quebradas de vaso de pura ebriedad, las lamentaciones de milico frustrado, los balbuceos inentendibles -porque estos tipos no modulan ni por la buena onda-, las tallas del tipo a estos cabros hay que orientarlos, véngase para acá y tómese un vinito.

Son héroes frustrados. Gente tan alienada con sus trabajos aburridos pero rentables y sus vidas-modelo que tienen que armarse vías de escape. Y toman las más burdas: la pelota, las camionetas, el copete, el coraje y la sinceridad precaria que sólo aparecen tras éste. Son tipos que tienen hijos para que alguien los admire, tipos que admiraron a sus padres y reprodujeron sus pautas de comportamiento, provocando de paso que el tiempo no avance y que el concepto de evolución sea agrandar la piscina. Que no paran de hacer cosas para no tener que detenerse en pensar. Que se casan con minas que, con el paso de los años, se convierten en gomeros buena onda, en presidentas del curso de los niños, en seres idénticos a sus madres, que a su vez se propusieron ser idénticas a las de ellas.

Y son felices así. No conocen nada más y está bien, no lo necesitan. Meten sus malos deseos en un saco y lo tiran lejos. O a lo mejor son realmente buenos tipos y tienen su esquema tan armado que cualquier elemento no deseado rebota. No se quedan callados porque nada les es inentendible ni ajeno. Viven en las afueras de la ciudad porque ésta les resulta, si no contaminada, en peligro de. En su terreno son los fanfarrones enternecedores que necesitan ser. Pueden sentirse fundadores de algo, pueden rebelarse un poco siquiera. Pueden seguir creyendo que todo está bien mientras nadie les cambie las reglas, mientras todo lo malo, todo lo raro, todo lo loco, siga estando bien lejos.

domingo, 18 de septiembre de 2005

Diecioqué?

Estoy en Los Angeles, Chile. Mejor dicho: estoy a tres kilómetros y medio de esa ciudad y no tengo cómo salir de acá por mi cuenta. Nunca podría vivir en una parcela. No sé manejar, y mirar por la ventana y ver puro verde no me parece lindo. Más bien vacío. Debo tener algo de agorafóbico porque me siento mejor en lugares cerrados. Uno conoce los límites de una ciudad, o al menos sabe que existen; el campo, en cambio, parece no terminarse nunca.

No tengo mucho que hacer acá. Ayer agarré un libro de Jodorowsky (recuerda: si termina en owsky, es cultura, y quedas como un tipo cool al citarlo) llamado La sabiduría de los chistes. Lo encontré aquí y, como anoche tuve insomnio, lo empecé a leer. Es como el negativo de La Biblia. Los chistes cumplen la función de parábolas y después hay una prédica que te deja enseñanzas de las que no se dan en el colegio. También he visto mucha tele y he comido como una especie de puerco. O huaso. Tengo un pisco sour, una caja de leche con chocolate Huesitos y dos tiras con tabletas de Trio Val encima de este escritorio. Sigo escuchándome gangoso y escuchando menos aún cuando me hablan. Sordera selectiva. Ayer llegué como a las 7 y mi cuñado y sus amigos ya estaban ebrios. Todos viejos, todos guatones, todos con señora y cabros chicos corriendo por ahí. Un tipo igual a Larry David me hablaba mucho, o me gritaba mucho porque en ocasiones así se tiende a gritar. Aceptaba cervezas a granel porque me temo que ya me volví un adicto a la cerveza. Y debo haberme curado en algún nivel porque al final me terminaron cayendo bien los decadentes, y acepté una invitación a andar en moto y a filmar no sé qué carrera. Debo aclarar que nunca en mi vida me he subido a una moto. Y se me pasó el síndrome quehagoaquí y hoy me volvió de nuevo y se me volvió a pasar ahora que tengo un computador enfrente. Cómo tan adicto.

jueves, 15 de septiembre de 2005

And we'll all float on OK

Fuck, parece que vine a Temuco a puro resfriarme. Estoy en la peor etapa de la gripe. Imagino que así se siente tener 80. Lo que me espera. Por ahora, Nasty Soul es mi mejor amigo y mi puerta de entrada a las alucinaciones previas al sueño.

No he hecho nada importante en esta ciudad fuera de chantajear a mi padre (comienza a caerme bien el concepto de justicia divina), estar a punto de ser atropellado por haberme acostumbrado a que en Santiago los autos esperan al peatón cuando van virando, y dar mi firma para la candidatura de Aucán Huilcamán. No planeo votar por ninguno, pero me gusta que esos personajes adquieran notoriedad. Así que vi la mesa llena de posters y volantes alusivos al ahora candidato instalada en el centro y decidí hacerme parte del esfuerzo. La señora que anotó mis datos no supo escribir mi nombre, pese a que amablemente, y presintiendo lo que pasaría, se lo deletreé. Así que tal vez la gente del Registro Electoral determine que Yan Pirrfddrj no existe y mi firma no valga.

No me acuerdo cuándo "tal vez" se escribe separado y cuándo junto. Soy un pésimo periodista.

¿Se nota que estoy algo decaído? Mi hermana me ha invitado a Los Angeles por motivo de las fiestas patrias, lo cual -me temo- significará toneladas de carne y océanos de alcohol for free. Así son estos sureños. Después de eso me volveré a la capital. Será el comienzo de la Era de la Inanición.

Chao, tengo fiebre, no sé qué mierda hago escribiendo aquí.

domingo, 11 de septiembre de 2005

Only for limited time

Estoy de vuelta en The Mugre y me siento bien. Es como vacaciones o algo así. He dormido mucho y he clasificado mis cosas en dos categorías: "útiles" e "inútiles". El nivel de dificultad es alto, porque creo que el 80% calza en ambas.

Tras dos semanas en Santiago me doy cuenta de que las cosas no son tan difíciles. Bueno, algunas. Pero hasta aprender a cocinar podría. Y sobrevivir sin mi estante de revistas y sin los cuadernos mágicos ahora me parece más posible.

El jueves, que fue el día en que llegué, salí al centro y vi a demasiada gente conocida haciendo las mismas cosas que siempre. En sus mismas camionetas, con sus mismos uniformes, peinados igual, saludando igual, preguntando lo mismo y esperando la respuesta de siempre. No puedo juzgarlos por eso: yo estaba vagando enfundado en el discman, maldita sea! Pero siento que la novedad les molesta. Hay gente que se siente cómoda encerrada en su estructura de vida y la apertura mental les resulta sospechosa. Es como sentirse bien respirando aire enrarecido y ponerse a toser ante cualquier soplo de aire puro. No es tan malo: se evita el riesgo. Y se asegura el que todos los demás estén en la misma. Pero yo, después de mucho sentimiento encontrado, me di cuenta que me gusta el riesgo. Si lo hubiese descubierto más pendejo ahora estaría tirándome en parapente. Esto de las revelaciones tardías. Y también me gusta sentirme outsider. Creo que de eso ya hablé. Me siento mejor así que integrándome a lo que sea. El otro día le dije a alguien: "es que en Santiago me siento provinciano, y en Temuco me siento santiaguino", que es seria candidata a la frase más imbécil de la temporada. Pero, como siempre, se extrapola a todo. Y en principio es un problema, pero después ya no. Y así me pongo a pensar en el caos y no en los límites del caos. Y transformo todo en caos y dejo veinte mil asuntos pendientes para darme cuenta que no importan tanto en realidad y pierdo cosas porque encontrarlas después es la raja. Cuando chico hacía eso y era como deporte. Agarraba un autito o láminas o lo que fuera, ponía la mente en off y lo dejaba en cualquier parte. La volvía a prender y ya no me acordaba dónde había quedado. Y me olvidaba y al mes después, buscando cualquier otra cosa, encontraba mi auto y me fascinaba mucho más que antes. De ahí crecí y pensé que se podía hacer lo mismo con las personas y todo se fue un poco a la mierda.

sábado, 3 de septiembre de 2005

Do you realize we're floating in space?

Tengo una teoría que quiero que sea errada. Si el mundo es un caleidoscopio de proporciones gigantescas y cada uno de nosotros es una figurita que tiende a juntarse con otras por las razones que sean, entonces también hay líneas invisibles que impiden que la figura vaya más allá de lo que está trazado. Muy el destino está escrito y nadie es dueño de su vida y esas patrañas. Pero me quedo pensando en eso mientras veo que estoy frente a un pc feo pero por el que algunos que conozco matarían, robándole pan con queso y café a Gabriel, tratando de mirar hacia afuera por las persianas, descubriendo que chispea y que Manuel Montt se parece más de la cuenta a la gris San Martín. Congelado, escuchando Daft Punk, mirando la caja de un dvd promocional de Nip/Tuck, escuchando cómo Nano le cuenta por celular a alguien que fue a una entrevista de trabajo a alguna parte y que le ofrecen 800 lucas.

Hace un mes que ando con la idea de irme al desierto de Atacama o algún lugar tan engrupido como ése, durmiendo en pocilgas, sin depender de la matrix o los medios de comunicación, conociendo gente que no te pregunte por tu pasado o cuáles son tus planes. Despegándome de la idea de que el pasado es lo único que cuenta porque el futuro no existe y el presente es inapreciable. Como cuando era aún más ingenuo y creía que viviendo lejos de mi casa la mitad de las cosas se solucionarían. Ahora llevo casi dos semanas fuera y, aparte de mi cama y comidas decentes, no hecho nada de menos. Y sé que si vuelvo, lo hará también la sensación de no pertenencia. Sé que es muy adolescente el rollo, pero creo que al cortar el cordón con la familia, los amigos mainstream, el apego a las cosas materiales y ese tipo de cosas, se corta una parte de uno. Es como dejar de estar afirmado en la tierra y empezar a flotar. Aunque te digan lo contrario, aunque te vendan la pomada de las responsabilidades. Porque la verdadera responsabilidad es con uno mismo, y es uno el que tiene que aprender que las cosas allá afuera pasan más rápido y que no es tan terrible agarrar una tijera y empezar a cortar líneas imaginarias.

jueves, 1 de septiembre de 2005

Estoy en la casa de Gabito. Llegué acá tras una extraña tarde de mall con Ñaño el provinciaño, quien me llamó esta mañana para avisarme que vino a la capital. Esto es como un tsunami de Carmelos. Esta pieza parece un cibercafé, pero en realidad es una sala de edición. Estoy en un computador con dos pantallas! y resolución 20000x768. Juego con las ventanas de msn pasándolas de una pantalla a la otra, mientras Gabito edita algo en Adobe Premiere, el único software de edición que manejo. Aprendí mirándolo a él, muy buscando la didactidad (?) donde sea.

En la mañana me junté con Froda y recorrí con ella calles del centro que no conocía. Me invitó a un té de (no me acuerdo el nombre!) que estaba bastante rico. Luego tomé una micro hacia ninguna parte. Y logré volver de ninguna parte, increíblemente. Creo que es la mejor forma de hacer un safari por Santiago. Terminé de vuelta en Providencia, comprándome una Coca en lata. Lo único que he comido en todo el día es un ave palta de Castaño en el Parque Arauco y medio pan de los que acabamos de comprar con Ñaño. Es increíble lo cara que es la comida en este pueblo horrible. Tres tomates por quinientos pesos? Chao, me vuelvo a mi aldea si esto sigue así.

No he leído blogs ajenos porque paso muy flashmente por ciberlandia. Así que me disculpan si es que no dejo comments en ningún lado. No es que tenga mucho que decir tampoco.