sábado, 6 de diciembre de 2008

yo nací de ochenta

estoy en medio del cumpleaños número 38 de mi hermana. muchos congéneres suyos bebiendo nuevas combinaciones semialcohólicas de sour capel mientras los pendejos se mojan con la manguera porque amaneció nublado y a mi cuñado le pareció poco prudente llenar la piscina. las mujeres hablan de sus maridos y las gracias escolares de los hijos, los hombres hablan de la pega. una chica, madre adolescente que siempre diviso en el portal con su pololo y su guagua, le muestra un catálogo de productos naturales a mi madre. yo bebo mi lata de stella artois y no hablo mucho. alerta, alguien podría pensar que soy un emo desfasado en el tiempo y mi polera de rayas horizontales negras y blancas no ayuda mucho a mi imagen corporativa.

miro a mi madre: cada vez se parece más a mi abuela. se lo digo. su rostro se pone más huesudo y su l'oreal número 63 es cada vez más difícil de hacer pasar por natural. mi madre quiere jubilarse hace tiempo, pero la ley bachelet, la del bono por hijo que entra en vigencia el próximo año, la hace esperar. bueno, y también la mísera jubilación de profesora y la crisis que le hizo perder 100 lucas en su fondo de AFP. mi hermana comenta algo de su bono de término de conflicto. acto seguido, alguien putea a velasco. me dan ganas de defenderlo pero no tengo ningún argumento que no se contradiga con "estoy tomando gratis gracias a un bono de funcionario público". el único bono que he recibido en mi vida fueron dos cajas enormes llenas de enlatados, porotos, tallarines y chocolates con almendras que se derritieron con el calor santiaguino apenas los abrí. cuántos bonos y aguinaldos me quedarán por recibir? los hitos más importantes de mi calendario tendrán relación con ellos?

nunca pensé que la gente ganara bonos. toma tu sueldo y quédate callado, pensaba. si yo fuera empresario no le daría bonos a nadie. ni mucho menos tendría la ordinariez de regalar canastas familiares. preferiría pagarles mejor y ver si así llegan más contentos a trabajar en la mañana. nada de bonus track de felicidad para navidad y el 18, y el resto del año chúpalo con una sonrisa. pero ocurre que uno necesita ritos. ordenar su bipolaridad. dejar la rutina y la funcionalidad en un casillero, y el jarcorismo y el acceso al exceso en otra. para eso existen los fines de semana, la navidad y el año nuevo, las fiestas patrias, halloween. desahógate, pon a prueba tu hígado, ten sexo sin protección, muere ahogado en tu propio vómito y el lunes a las 8 vuelves a trabajar.

eso, mientras puedas. después, finánciaselo a tus hijos mientras disfrutas tu asado de cordero. si no tienes hijos, apura tu muerte: ni un gérmen tuyo quedará en este planeta.

qué ganas de ser viejo luego y ahorrarse todo esto.

me gusta ser viejo. quiero ser viejo. me gusta encontrarme canas arriba de la oreja. en algún universo podrían llegar a darme un toque respetable. ser viejo es ser más sabio, menos hiperventilado y para qué querer postergar el desenlace inevitable. miras a un pendejo de 8 años, que grita cada vez que el agua helada de la manguera lo alcanza, con el mismo gusto, la misma envidia y el mismo pánico que a una hoja en blanco o una torta de cumpleaños sin cortar que no es tuya. tú ya te jugaste el primer tercio (quizás más, quizás menos, seguramente quizás menos), él puede cagarlas y todos lo cuidan y nació con internet y si derrama un vaso de fanta sobre la pierna de alguien todos se ríen. en 1987 te habrían retado, seguro. ahí tenías 80 años mentales, escuchabas beethoven botado en el suelo de tu casa villarricense y la gente te creía inteligente porque te sabías de memoria autores de libros, como si la vida fuera una versión truman show del sábados gigantes ochentero. ahí eras viejo, ahora eres hombre, seguro morirás siendo niño: todo a la inversa de lo normal.

si apretar rewind no es una opción ni física ni moral, por qué no aplicar fast forward, que hasta como palabra suena infinitamente más cool? por qué no adelantar la llegada a la vejez, que si la lógica se cumple, sería una regresión infantil a la inversa? quizás ése sea el significado de la palabra "madurar": asumir que el momento del peak universal da lo mismo y que lo único que importa es el big crunch.

porque todo es a la inversa. siempre que estoy de vago me parece que el tiempo transcurre lento y que, si me meto en cosas que no me interesan, comenzará a pasar demasiado rápido como para darme cuenta de algo y, pum, de pronto los 80 y una vida desperdiciada. pero manteniéndome ocupado, extrañamente, el tiempo pasa mucho más lento. y ahí hago un inventario del tiempo ocioso y la conclusión es inevitable: "qué estuve haciendo todos esos meses? cómo pasaron tan rápido?".

si el ideal, por definición, siempre está más allá del presente, entonces la vejez es el estado ideal. qué equivocados están todos esos pokemones. sea viejo ahora!

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