martes, 22 de mayo de 2007

my own private servicio militar

Busco casa, se agradecen los datos, gracias. Me han quitado el televisor como un oscuro mecanismo de presión psicológica porque no he pagado el arriendo. Chgaink! Y yo no sé muy bien cómo se sobrevive sin tele. Por cierto, también busco un monitor para mi computador, que está a la venta porque el remate jotapetiano empieza y termina sin motivos aparentes.

Lo único enchufable que tengo en la pieza es el cargador de pilas y el calefactor (que se supone que no debería usar porque los enchufes yadayadayada y cuando menos te lo esperes puedo aparecer en las noticias por un nuevo incendio que destruyó una clásica manzana de la capital). Esto es hippismo puro y duro.

Terminé de leer un libro sobre Reservoir Dogs que me prestaron, y cuenta la típica historia que Tarantino se arrendó un departamento en Hollywood y conoció a Monte Hellman (qué gran nombre) en una fiesta y de puro ebrio le empezó a contar de sus proyectos y después le mandó el guión escrito a mano en hojas de distintos tamaños y casi que manchadas con café pero rayó tanto que terminó coproduciéndole su ópera prima con el vuelto del pan. Los libros que relatan la forma en que cineastas o escritores o etcétera "la hicieron" son mi equivalente a Coelho. Qué asco, igual. Cuando chico leí "Tus zonas erróneas" porque alguna vieja idiota se lo prestó a mi madre para que "viera la luz". Cada capítulo era un tópico distinto de las trancas hueonas de la gente, como "vencer el miedo a la muerte" o "disfrutar la ida al supermercado". Y las soluciones eran muy posthippie y facilonas, onda "sé tolerante" o "asume que esto es lo que hay". No necesité tener más de 11 años para darme cuenta que la solución era tan zombie como el problema y que la única salida es quedarse ahí, viendo qué pasa, y ya, qué tanto. El tipo que escribió el libro de la peli como que babea con Tarantino y probablemente no lo conoce y cuando lo conozca no sé qué sería capaz de hacer para agradecerle a Tarantino por tan mágicas películas, pero cuando cerré el libro, concluí que mejor no tomarse tan en serio nada ni nadie. Bebí dos sorbos de Cítrus Líder y switcheé a Salinger y luego dos sorbos más y dormí.

Puta, igual echo de menos a la gran chusma del musguismo. Nunca pensé que me pasaría.

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