sábado, 2 de febrero de 2008

live, from temuco, it's saturday morning.

ABC1. Ayer empezó formalmente mi coqueteo con la vida abeceuna, almorzando mariscos con G. en Bahía Providencia. Ok, el local no es para tanto y el menú no superó las cinco lucas, pero para un cabro famélico con guata de Coné que vive de fonosandwiches, lomitos Gamy, Coca Cola y sandwiches del Guatón (hola Ale, ahora sí) es un giro en 360 grados. Creo que es la cuarta vez que como mariscos en mi vida y todas las anteriores fueron en matrimonios. Sentados en la terraza en altura del local, desde donde lo primero que se ve es el letrero gigante de "1.600 millones Loto" instalado sobre una de las Torres de Tajamar, jugamos a arreglar la radio, comparamos nuestras expectativas -el inconformismo crónico es el nuevo Ebola- y dijimos 24 veces cada uno "qué rica está esta hueá, hueón". En la mesa de atrás, un grupo mixto de gente con buen cuerpo, tatuajes y look "nos encanta la vida outdoor- jamás trabajaría en una oficina- cuidado que puedo ser tu instructor de algo" hablaba de hijos. "Yo aprendí a escribir en la guardería", dijo una mina. No todos los niños genio usan corbata. "Yo quiero meterlo en un jardín donde se hable inglés", dijo otro tipo, refiriéndose a su hijo, presuntamente. Me pregunto si, cuando tenga un hijo, se acabarán los mariscos, los sandwiches, las rebeldías pendejas del trabajo de escritorio y prácticamente todo en lo que consiste mi vida 2008. Me pregunto qué tan lejos estará ese momento.

C2. Me fui de Bilbao por vigésimo novena vez en los últimos 3 años. Hay momentos en la vida en que uno tiene que darse los lujos que merece. Y yo merezco cable, internet, una cama rica y un lavamanos al que no le hayan usurpado la llave del agua caliente "para que no me disparen la cuenta del gas". No tenía dónde dejar mis ya míticas cajas de abarrotes, así que quedaron allá y le dije a L. que sacara lo que quisiera. Al cerrar por fuera la puerta que da a la calle, el único flashback que pasó por mi mente fue el de mí mismo dando vueltas en círculos por la pieza y hablando solo a las 3 de la mañana con los videoclips de Telecanal como telón de fondo. De eso se trató mi invierno. Hiperventilación desconectada.

C3.
Cuando el muy incómodo Via Tur en el que me vine anoche pasó el peaje de entrada a Temuco y surgieron los primeros árboles tupidos, dije en voz alta "oh, la vegetación de mi zona" y la vieja gigante llamada Eliana que venía en el asiento del lado me miró feo. El verano en el Chile profundo no se compara al sauna de cemento que es Santiago. Hay lagos a una hora (quién quiere salir seboso del agua de mar cuando puede meterse a un lago?), el calor es razonable, no tienes la necesidad de andar en Metro (de hecho no hay!) y en las noches es posible dormir sin sentir que Satanás está revolviendo gente en una olla en la pieza del lado. Obvio que de marzo en adelante todo es al revés.

D. Debajo de la puerta de mi departamento vacío me esperaban, junto con miles de cuentas y la revista del cable, dos sobres mágicos de mi ex-universidad con talonarios en UF que esperan por ser pagados. Hola, adultez. Y, por más que quiero, no puedo decirle chao a esa puta institución que debería indemnizarme por la vergonzosa precariedad de sus servicios educacionales en vez de estarme cobrando cosas.

E.
Ahora quiero dormir, almorzar tallarines con crema, retomar la escritura en serio, emborracharme con tequila, ir a la playa, renunciar a mi trabajo y entrar a otro. En ese orden. Si resultan 5 de 7, suficiente por el momento.

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