Me asaltaron. Por la mierda, me asaltaron.
Nunca me habían asaltado en 23 años de vida.
Lo más cerca de eso fue cuando tenía 14 y venía con Díllei (sí, el mismo del post anterior) caminando por Bulnes de vuelta del colegio, y unos tipos de nuestra misma edad pero del Lechuga se nos ponen por delante y "ya poh, unas moneas, ya ya, las parkas", pero nosotros, en un acto de valentía que hasta hoy nos sorprende, pasamos por el lado de ellos, corremos, cruzamos Rodríguez y tomamos la micro hasta nuestras casas para después reírnos del asunto. Aunque Díllei no se reía tanto. Hay ocasiones en las que uno tiene que adoptar el rol de valiente.
Pero lo de ayer fue distinto. A las ocho, ocho y media. En pleno San Martín, camino en dirección a mi casa, tal como cientos de veces. Alguien me agarra por atrás. Pienso que es un conocido haciéndome una mala broma, pero me doy cuenta que no al ver dos pendejos -porque más de dieciocho no tenían, las pequeñas escorias- delante mío, impidiéndome que escape. "Pasa la hueá", me grita el que me tiene agarrado, sacándome los audífonos de los oídos. Yo, el muy idiota, en una maniobra pseudo-instintodesupervivencia, me meto la mano en el bolsillo de la parka y desconecto los audífonos del cd player y le digo "ya, llévatelos". Eso parece que calentó más al flaite, porque me mete la mano en el bolsillo y me saca el cd player mientras los otros decían flashbackianamente "tenis monea" y uno de ellos pregunta por el celular. Y en una avenida habitualmente movida, justo en ese momento no pasa nadie. Ni una micro, ni una vieja, nada. El cielo estaba gris, como aguantándose la lluvia. Y yo me quedé ahí, parado como imbécil, sin reacción, mientras los pendejos de la concha de su madre se escapaban por un pasaje de la Millaray, felices, mirando sus nuevas adquisiciones.
Sin cd player y sin celular caminé como zombie hasta Andes. Y ahí fue cuando me tiré a la calle, sin que me importara el colectivo que venía doblando y que gastó su cuota de bocina mensual en mí. Y corrí todas esas cuadras hasta mi casa. En una pésima ironía, me encuentro con la reja cerrada con candado. Mi paranoica abuela, que cree que van a entrar ladrones con máscaras de Chino Ríos pistola en mano a robarse las tres cajas fuertes y los diez millones en joyas que hay en la casa. Con los nervios no puedo abrir el candado. Me empeloto, tiro la cadena a la puerta, cierro la reja con rabia, dejándola tiritona, entro a la casa, mi abuela alega algo, grito "para qué mierda cierras, son las ocho de la noche, las cosas pasan afuera, no adentro", alega más fuerte, grita, me callo para que no le dé un infarto y se muera y después sea culpa mía, entro a mi pieza, tiro la mochila y la parka contra la persiana, prendo la tele y dejo Los Simpson en volumen máximo. Como siempre, en esta casa no hay nadie. Nadie que me pueda ayudar. Me conecto a MSN. Me pongo de nick "me asaltaron". Me llegan quince ventanas. Respondo las de quienes me importan. Me sorprendo con la buena onda de gente que recién me viene conociendo o casi no me conoce. Alguien me sugiere que llame a los pacos. ¿Para qué? No voy a recuperar mis cosas, y a los pendejitos víctimas del capitalismo despiadado los van a mandar al hogarcito de menores, porque pobrecitos. Además los pacos son unos ineptos. De hecho, algunos sólo se diferencian de los flaites que me asaltaron por el uniforme y el ridículo gorro. Pero en fin, no es con ellos la cosa.
Qué rabia. Casi dos meses en Santiago, caminando todos los días a altas horas de la noche, y nunca me pasó nada. Y me vienen a asaltar en este pueblo de mierda al que volví porque, argh, me da lata. Me acuerdo de todas las veces que dije "pero si en Temuco nunca asaltan" o "asaltan sólo a la gente hueona". Bueno, y yo debo haber sido un poco imbécil de caminar por la Millaray en un día de lluvia y a una hora donde todo el mundo está encerrado en sus casas viendo la teleserie. Como sea. No es una excusa para dejar de salir y tratar de vivir. Anoche temía que me dé el síndrome de Marge Simpson. Como en ese capítulo cuando la asaltaban y después no quería salir de la casa y se ponía a entrenar y se volvía musculosa. Ahora tengo que ir a Entel a bloquear el celular. Pero me siento inseguro. No sé, esto debe ser lo que siente una mina católica perdiendo la virginidad. Ya nada es como antes, ya no debería caminar tan confiado por la calle, ya no debería pensar que todo el mundo es bienintencionado. Y empiezo con las recriminaciones idiotas del tipo "y si hubiera bajado por Andes en vez de por Porvenir?". "y si me hubiera quedado cinco minutos más haciendo mi experimento sociológico en el mall?", "y si de plano no hubiera salido a ningún lado?", "y si me hubiera vuelto en micro?". Es idiota, pero inevitable. Autoflagelación pura. La maldad es un virus, y si no se proyecta a otros, te la terminas proyectando a tí mismo. Y no sé cuál de las dos cosas es más insana.
jueves, 24 de noviembre de 2005
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9 comentarios:
Que mala onda, la kgo. Mas encima en Temuco. Todo mal. Pobre JP, que rabia.
Aunque, aprovechandome de la situacion, hay que decirlo, el tono enojado en el texto resultó super bien. Yo se, creeme, que no es una situacion completamente graciosa, pero tengo que admitir que mientras te leia deje escapar una que otra carcajada. Por lo menos estas cosas sirven para practicar el humor negro en los textos, o no?
Ya, la que le saca lo bueno a todas las situaciones. Mejor dejo de escribir.
Saludos, JP y animo. Malditos niños. Adios.
ufff que mala.
Sabi que vi tu nick y supuse aquello de las 15 ventanas y no quise ser la número 16 preguntando,tal vez te daba lata. De todos modos, lo siento mucho.
que estes bien.
Estudié en colegio católico, perdí mi virginidad y me asaltaron (todo en mis 15) y te puedo decir que no tiene NADA que ver una cosa con la otra.
Además, que te asalten es algo muy común. Agradece que no te robaron tus documentos, eso si que es peor porque tienes que ir a la comisaría y ser víctima de dicom.
pucha oh,qué mala onda
por lo menos no te pasó nada,mmm,sorry,(siempre se dice eso,pero bueno...es como conformarse)
un besito
Lo más difícil después, es superar la paranoia. Da rabia que te roben. Odias al que te robó más que nada porque te hace sentir imbécil, vulnerable. No te queda otra que asimilar la situación, pero puta q te entiendo...
Qué garrón, por suerte nunca me ha pasado algo así, pero me imagino que el estado de vulnerabilidad que debes sentir en ese momento debe ser realmente horrible.
Con respecto a la paranoia, debo decir que una vez me pasó algo (quedar atrapada en medio de un tiroteo) que me dejó en un estado de "persecusión" que duró años.
Por ultimo, que te roben algo tan preciado (al menos en mi caso que soy adicta a la musica) como un reproductor... dios!... me muero!...
suerte!
uuuuuuuhhhhhh ésa no me la habías contado. Ya, una nueva razón para quedarme encerradito en mi casita y no salir de ella hasta los 45 años. Pero hablando en serio, me extraña que no me hubieras contado eso, que mala, y más encima me imagino que eran un par de cabros chicos, de esos que uno piensa "pero si a ésta porquería pendeja le podría partir la cara a puñetes". El problema es que te cacharon por los audífonos, si los hubieras traído en el bolsillo capaz que ni se hubieran fijado en ti, pero bueno ya no se saca nada con lamentarse. Por cierto actualicé mi blog, para que le eches un ojo... ¡¡chao!!
Excellent, love it!
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Keep up the good work »
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