lunes, 3 de octubre de 2005

Growing up

Necesito hacer algo. Lo que sea. La inmovilidad me hace mal y ése es el descubrimiento no asumido del fin de semana. Hoy desperté a las tres de la tarde y las nubes y las gotas de lluvia me dejaron encerrado en la pieza leyendo el diario de ayer hasta las seis. De ahí salí en busca de un adaptador que necesito para instalarle el teclado y el mouse a mi manzana. El día se pasó muy lento y el cielo gris oscuro me recordó a ya saben qué.

Obviamente, mi sección más hojeada del diario fue la de avisos económicos. Le da dramatismo a mis noches de insomnio.
Por ahí me pidieron ideas y si hay algo que no tengo por estos días son ideas. Aún no logro aprender a pelar una manzana como la gente, así que las ideas vendrán como el 2025. Escalón por escalón, ésa es la forma como se supone que debe ser. Pero me da rabia no tenerlas. Más que por no cumplir, por no poder estrujar mi cerebro. Es como si lo tuviera en el freezer. Antes había cosas que al resto le quedaban grandes y a mí chicas, y viceversa. Ahora todo me queda grande. Uno nunca dimensiona bien las cosas hasta que se da cuenta que no sabe pelar una manzana.

Anoche soñé que estaba en el colegio -aquí el lector hastiado hace click en cualquier otro lado-, pero esta vez era distinto. Llegaba la profesora de inglés que tuve en la básica y la empezaba a pifiar, pero me daba cuenta que en realidad quería estar sentado ahí, viendo cómo la vieja escribía "calendario de pruebas" en el pizarrón. Debajo de la mesa tenía todos mis libros y revistas y cosas que dejé en Temuco. En el asiento de atrás estaba P, que me gustó durante todo séptimo básico y hoy es una feliz mamá y tiene nuevo empleo, según me enteré por su nick de msn. Me decía algo que ya no recuerdo. Al lado izquierdo estaba mi mamá, diciéndome que me apurara en meter los libros en mi mochila porque me tenía que ir a tomar el bus. Me sentí la raja al tener todo lo que necesito y poder meterlo en una mochila de dimensiones oníricas. De ahí ya no me acuerdo qué pasó, porque desperté con los tacos de mi vecina entrando al baño y con la mina de abajo gritándole a su gato. Miré mi celular: eran las siete y media de la mañana y yo estaba solo en una pieza con restos de diario, una botella de Coca Cola, mi discman conectado a parlantes de pc prestados y nada concreto que hacer durante el resto del mes.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

es que no podis estar encerrao too el dia

cuando uno hace cosas tiene ideas.

no seai barsa, no podis esperar que lleguen solas

dile a camilo o a jovito que te lleven a una pauta y haz de todo menos dejar de hablar y lanzar ideas.

y hazte colaborador de la zona. las oportunidades hay que tomarlas, los clichés son de verdad.

Anónimo dijo...

la zona te arreglará la vida!
ya que pesada.
saludos.

Anónimo dijo...

Bueno pero piensa. Uno lector lee mucho sobre ese estado que estas tu y resulta hasta poético. Claro, no voy a pretender no saber que las cosas son de hecho mucho menos poeticas y exitantes, pero al menos puedes tener conciencia de que estás viviendo algo que muchos desearían, aunque sin saber qué es realmente. ¿Se entiende? Despertar, ver que no hay nada que hacer, y sonreir.

Bueno, claro, y escribir para la zona. Pareciera ser la salvacion e muchos, no? Ja.

Saludos.

Anónimo dijo...

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