domingo, 11 de septiembre de 2005

Only for limited time

Estoy de vuelta en The Mugre y me siento bien. Es como vacaciones o algo así. He dormido mucho y he clasificado mis cosas en dos categorías: "útiles" e "inútiles". El nivel de dificultad es alto, porque creo que el 80% calza en ambas.

Tras dos semanas en Santiago me doy cuenta de que las cosas no son tan difíciles. Bueno, algunas. Pero hasta aprender a cocinar podría. Y sobrevivir sin mi estante de revistas y sin los cuadernos mágicos ahora me parece más posible.

El jueves, que fue el día en que llegué, salí al centro y vi a demasiada gente conocida haciendo las mismas cosas que siempre. En sus mismas camionetas, con sus mismos uniformes, peinados igual, saludando igual, preguntando lo mismo y esperando la respuesta de siempre. No puedo juzgarlos por eso: yo estaba vagando enfundado en el discman, maldita sea! Pero siento que la novedad les molesta. Hay gente que se siente cómoda encerrada en su estructura de vida y la apertura mental les resulta sospechosa. Es como sentirse bien respirando aire enrarecido y ponerse a toser ante cualquier soplo de aire puro. No es tan malo: se evita el riesgo. Y se asegura el que todos los demás estén en la misma. Pero yo, después de mucho sentimiento encontrado, me di cuenta que me gusta el riesgo. Si lo hubiese descubierto más pendejo ahora estaría tirándome en parapente. Esto de las revelaciones tardías. Y también me gusta sentirme outsider. Creo que de eso ya hablé. Me siento mejor así que integrándome a lo que sea. El otro día le dije a alguien: "es que en Santiago me siento provinciano, y en Temuco me siento santiaguino", que es seria candidata a la frase más imbécil de la temporada. Pero, como siempre, se extrapola a todo. Y en principio es un problema, pero después ya no. Y así me pongo a pensar en el caos y no en los límites del caos. Y transformo todo en caos y dejo veinte mil asuntos pendientes para darme cuenta que no importan tanto en realidad y pierdo cosas porque encontrarlas después es la raja. Cuando chico hacía eso y era como deporte. Agarraba un autito o láminas o lo que fuera, ponía la mente en off y lo dejaba en cualquier parte. La volvía a prender y ya no me acordaba dónde había quedado. Y me olvidaba y al mes después, buscando cualquier otra cosa, encontraba mi auto y me fascinaba mucho más que antes. De ahí crecí y pensé que se podía hacer lo mismo con las personas y todo se fue un poco a la mierda.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

guajaja, te espamean :P
the mugre es temuco?
ts, pa q avisai ¬¬

:)

Anónimo dijo...

muy bueno tu post, aunque pa mi the mugre es Santiago.

gracias x tu comentario
un abrazo

Lau

Anónimo dijo...

de vacaciones en tu propia casa?
eso suena bien, me gusta la sensación.
deja de insultar tu ciudad, si tan terrible no debe ser:p
saludos jp!

Anónimo dijo...

A mi tambien me pasan una serie de cosas parecidas, pero yo soy mucho más neurótica y me estreso, aunque no haga nada al respecto. No sé por qué, pero al final las cosas terminan funcionando igual y ahi me reclamo a mi misma por el estrés. Qué se le va a hacer.
Buen post.
Respecto a tu comentario en mi blog, creo que la adolescencia es más que romper cosas y sentirse bien por eso. Se trata de tomarse la vida livianamente. Y creo que hay que estirar el chicle teen lo más que se pueda. O no?
Saludos.

Anónimo dijo...

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