jueves, 31 de julio de 2014
Qué triste el sueño que acabo de tener.
Vago por Temuco, en la mañana, por Bulnes, esa mítica cuadra entre Montt y Portales, trataba de sacarle fotos a cosas como el Lavasec<3 Center que ahora estaba ahí. El paisaje es mucho más amigable que la última vez que fui y lo vi convertido en un montón de tiendas baratas y puestos de propaganda municipal. Hay unos músicos tocando en la calle: los miro escondido tras una multitud, les hago un video con mucho zoom en el iPhone, lo subo a Instagram (muy 2014 soñar con redes sociales). “Arctic Monkeys en Bulnes, WHA #temuco”, se va a llamar, porque contra todo pronóstico están tocando una de Arctic Monkeys. Son neo-hippies de la UFRO pero tocan Arctic Monkeys.
Luego estoy en la casa, se me acabó la batería del iPhone así que lo conecto para cargar, está muy oscuro, llueve, hay una tormenta, una luz muy extraña ilumina directamente la zona de los edificios detrás del Torremolinos. Estoy en el departamento de Avenida Alemania. Mi mamá está ahí, creo que se está arreglando, va a salir, decido acompañarla.
- Adónde vas?
- Voy a salir, a no, a nada en particular -me dice, evasiva.
- Ya, vamos a tomarnos un café.
- No, mejor… te hago desayuno acá. Quieres desayuno?
- No realmente…
- Quieres almorzar?
- Son las once de la mañana…
- Tengo arroz con pollo, pollo arvejado y pollo con arroz…
No me tinca nada, en realidad sólo quería salir con ella. Quiero hacer un video de la tormenta con lo rica de la vista de noche desde mi pieza pero aún hay muy poca batería. “Es normal que Temuco esté así a las once de la mañana?”, le pregunto. No hay respuesta. Aparentemente se cortó la luz, pero vuelve. Encima de una de las miles de cajas está mi teléfono, billetes de luca, papeles, boletas. Ordeno todo. Tomo el teléfono. Miro Instagram. Hay fotos de Twin Peaks, de gatos, de nubes con forma de gato, no encuentro mi video de los Arctic Monkeys de Bulnes WHA #temuco, me frustro. Voy al living, está mi madre que definitivamente no quiere salir, toca piano. Una de Mozart, que estoy a punto de bucear en Spotify para recordar cuál es. Sé como va, se la tarareo, me gusta cómo sube y baja al final. Al parecer es mi último día en Temuco. Le digo algo como que aprovechemos ese último día. Me responde algo como que no va a ser el último día, que quizás me termine volviendo. Le digo que me han costado mucho las cosas como para volver ahora, que recién ahora me están resultando, que no es momento de detenerme. También le pregunto por qué está tocando piano. Ella sólo sigue. Todavía está oscuro. El living está semi vacío, como el día en que sacamos los muebles de ahí y nos fuimos.
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