sábado, 20 de diciembre de 2008
zapallito
anoche soñé que tenía un hijo. o sea, no era mi hijo: era un niño de unos tres o cuatro años que me encontraba en la calle y se le habían perdido los papás (o lo habían abandonado, quién sabe) así que yo decidía ayudarlo a buscarlos. y era rubio el pendejo. pero yo tenía claro que era mi hijo, de la misma manera que otras veces sueñas que estás con obama en la casa blanca y tienes claro que él es tu papá. nos acercábamos a un paradero de micro donde habían tres hombres con pinta de homeless. les pregunté a los tres si eran el papá del mocoso, y los tres respondían que no. así que empecé a caminar con mi hijo que no engendré por una calle que creo que era irarrázaval, y conversábamos de cosas. el cabro pateaba papeles amuñados del suelo y me sentía orgulloso de su habilidad y ya lo imaginaba siendo el futbolista que yo nunca fui. "pero si este hijo no es mío, ¿y si me termino encariñando con él? ¿y después lo tengo que devolver? ¿por qué estoy sintiendo un instinto paternal que jamás había sentido?". me asusto y le empiezo a preguntar por sus papás. "¿pero no te acuerdas quiénes son, dónde viven?". "ah, sí, vivimos al frente del Zapallito", me dice. que se supone que era algo así como un restaurante. decido partir con él hasta el Zapallito y ver qué pasa. llegamos a una calle como de china town. frente al zapallito había una casa con unas letras gigantes pegadas que decían "casa de (nombre de un amigo con el que no hablo hace meses)". entramos. un comedor lleno de gente con pinta de inmigrantes, sentados alrededor de mesas con manteles rojos con cuadritos, ven tele en un televisor enano. no nos miran. me acerco a la única mujer que se ve amigable y le pregunto si conoce a los papás de mi hijo. "aquí nadie tiene hijos chicos -me responde-. somos veinte y vivimos todos hacinados". por la ventana se ve una gigante Z de neón de zapallito, que brilla un segundo y se corta cuatro, como motel rasca. mi cabro chico me empieza a tironear el pantalón y me queda claro que el encariñamiento es mutuo y hay que detenerlo antes que sea aún más demasiado tarde. "vamos". nos vamos y entramos a la casa del lado, que es como la cabeza de john malkovich. subimos miles de escaleras enanas hasta llegar a un tercer piso donde vive una mujer que grita por su hijo. ahí también está mi hermana, que me dice: "ella es chef, y va a cocinar a tu hijo". ahí desperté y parece que por primera vez en 26 años tuve ganas en serio de tener un hijo.
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2 comentarios:
yo acabo de ver un gran chico y me gusta esa pelicula por que elimina cualquier gana de siquiera conocer niños
asi con tus sueños po
toy aun en la autonoma sin nada ke hacer, hiciste ke me entretuviera durante los.... nose, 3 minutos ke demore leyendo el post.
probablemente salga como nik cualkier wea de nombre, asi ke por siacaso, soy la stepha
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