
Más rato termino La conjura de los necios, de John Kennedy Toole. Siempre había oído de él (siempre por parte de gente freak y shovítica), veía esa portada del guatón con bigote de escoba y gorro de Chavo del Ocho en San Diego y diversas ferias del libro. Pero no lo tuve hasta que, en un rapto de ebriedad barsa e impresentable, se lo robé al bueno de Freddy una noche de Fiestas Patrias. Lo tomé hace dos o tres noches y no pude parar de leerlo hasta que amaneció. Me abstuve de cualquier esquema juvenil nocturno este finde y no me arrepiento. Me reí a carcajadas, cosa que nunca en la vida me había pasado con un libro. Pensaba que los libros no eran para reírse, o que no se podía ser "litera-rio" y chistoso a la vez, pero ahora todo me queda más claro. Y bueno, espanta un poco cuando tienes 26, vives con tu madre y la cesantía es mitad involuntaria y mitad no. Da un poco de pánico convertirse en el fric repelente de Ignatius Reilly, invita a retomar el pagar un arriendo, obliga a mejorar la dieta y hacer un poco de ejercicio. Autosuperación que le llaman. Todavía tengo serias dudas sobre si el protagonista es el necio o lo son los que se ríen de él (both, de seguro), pero es un buen libro para leer después de unos meses sabáticos que comienzan a ser muchos. El género hueoneslosersquevivenconlosviejosaedadesindignas me persigue un poco, no puedo sino tomarlo como una señal.