De repente, así de la nada, y por menos de dos segundos, puedes desdoblarte y mirarte ahí parado y así cachar que todo cambió. Esos momentos no llegan a cada rato y hay que saber dimensionarlos, apreciarlos y agradecerlos cuando se dignan a ocurrir. Es como cuando te piden que comprendas un problema que en ningún caso podría llegar a afectarte (digamos, "crisis vocacionales", "el periodo menstrual" o "¿en qué gasto mis millas Lan Pass?") y te incitan con el "ya, pero deja un rato de ser jotapé y míralo desde afuera": lo imposible se torna posible y de repente cacháí que estái con tres bolsas de regalo en cada brazo, un post-it mental con pends de compras, un comprobante redbanc de un giro superior al sueldo mínimo, la cuenta del almuerzo pagada por ti, preocupaciones, un poco de stress a causa de lo difícil que es regalar por primera vez y tratar de achuntarle y no tener la espontaneidad del "oh, mira, eso le podría gustar a Yadayada", ganas locas de volver a 1994 y miles, miles de ex compañeros de colegio pelados, acarreando coches de guagua a tu alrededor y luciendo sus Polo último modelo con el caballo gigante, obligándote a mirarte tu polera genéricamente teen comprada en Almacenes París. Me vi sentado ahí, en el segundo piso del único mall de Temuco, mirando hacia abajo desde un borde y con los brazos colgando a la gente que caminaba en el primero como pulgas aún más llenas de bolsas, entre resignado y encandilado con la not-supposed-to-be-the-jarcor-life.
Y sólo son los 25. No quiero pensar cómo será a los 30.
O el hecho de que sea "sólo los 25" me deja una alternativa de salvación. Después no hay vuelta.
O le estoy poniendo color y antes era demasiado incapaz de jugar un juego donde las reglas no las pusiera yo y en eso no me fue tan mal ni tampoco tan bien pero ya era hora de probar estar en el lado mainstream de la cancha.
Y me gusta, pero nunca tanto como para que me baste. Pero lo suficiente como para estar en riesgo de acostumbrarme.
Por ahora, una forma de evitar acostumbrarme a cualquier cosa es encariñarme con la vida en el terminal de buses. La vida nómade es el anti-acostumbramiento y, dentro de los límites que la situación me permite, ahí la voy a estar llevando. Por ahora es mi ciudad pseudonatal y la otra, ojalá después sean más lugares. Más lejanos. Extraños y desconocidos, pero no al extremo de obligarme a cortar cordones umbilicales y quedarme volando por ahí. Ahora más que nunca me doy cuenta que uno necesita raíces y cables a tierra y todas esas cosas fachas y reaccionarias, pero no para que te amarren, sino para jarcoriar más tranquilo, como un astronauta amarrado a su nave con una cuerda. Qué metáfora más perna.
lunes, 24 de diciembre de 2007
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2 comentarios:
we don't have to tell you what is right
we have all the faith that it was not right
PERO WEON!
me siento profundamente representado en tus palabras...estoy mas cerca de los 30 y me consta que las cosas se van ponen peor con el pasar de los años...
cuando la vida me jarcorea recuerdo esta cancion que Thurston Moore le dedico a su hija "COCO"...
Artist: Thurston Moore
Song: Psychic Hearts
Album: Psychic Hearts
I know you have a fucked up life
growing up in a stupid town
your mother was a mixed up chick
and your father he just fucked around
a little too much for his own good
I'd kill the bastard if I could
I'd kill all the boys with their fucked up noise
and all the bullshit they seem to enjoy
the kids at school
called you slut
nothing but
and what the fuck are they into
the stupid fools
losers assholes suck all the luck
out of the world the world for you
if I can get it back to you I will
and kick their asses all over town
all over town I'll turn it over
and I don't even know you that well
what the hell summer spell
pero "como"
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