miércoles, 7 de marzo de 2007

feel the rhythm*

Ahora lo tengo claro: mi problema son los ritmos. Quizás por eso soy incapaz de bailar. Y no me vengan con la pavada de que los tipos rudos no bailan.

Cuando mi madre me compraba chocolates me decía "no te lo comas tan rápido porque después no te va a quedar, cómetelo lento". Los Papeluchos y las revistas tampoco había que leérselas rápido. "Tan rápido que lee este niñito", me decía en ese tonito de reproche-con-cariño que psicotiza tanto cuando se tiene 7 años. "Y después dices que estás aburrido". Cuando chico -esto suena pedante y no sé muy bien cómo redactarlo para evitarlo- siempre era el primero en entregar las pruebas y terminar las tareas. Y me empecé a sentir culpable por eso. Qué se yo, no quería que me miraran como "el niñito inteligente", quería ser igual a todos y que nadie me hueveara porque si me empezaban a huevear no sabía muy bien qué hacer. Me demoraba a propósito en entregar las pruebas. Ponía cara de "estará buena mi respuesta a la 21... mh, mejor reviso" para ser el quinto o cuarto en entregar la prueba y no parecer ni muy inteligente ni muy tonto. Eso me duró, incluso, hasta la universidad. Siempre creía ser el primero en terminar. Si no sabía, no sabía, qué me iba a quedar pensando. Y si sabía, respondía lo que había que responder y voilá. Las cosas son así.

Crecí intentando que las cosas me duraran mucho para no aburrirme después. Estirar el chicle hasta que ya no tenga sabor: una de las tres metáforas más maravillosas de la vida y que por supuesto no inventé yo.

Y pum, de repente tengo 24 años y he vivido 12. En parte por este afán de comerme el maldito chocolate lento y no devorarlo con la fruición pendeja que realmente es la forma de disfrutarlo. Hasta hace no poco tiempo organizaba mis días de tal modo de que no me sobraran horas para lamentarme porque se acabó el chocolate. Me despertaba a las dos de la tarde para que pareciera que las pocas cosas que tengo que hacer me llenan el día cuando nunca es así.

Pero vi la luz, hermano. Hace cuánto, no sé, creo que fue paulatino. Tal vez desde octubre de 2005, cuando viví en una ciudad rápida y noté que hacer las cosas rápido no es de mala educación. Y lo terminé de asumir ahora, cuando la idea es recuperar el tiempo perdido (¿se puede?), con cierta culpabilidad de haber desaprovechado todos esos años. Quiero ver todas las películas pendientes, leer todos los libros, conocer a toda la gente, hacer deporte, tener una tele de esas con pantallas chicas en las esquinas para poder ver Fox, Sony, VH1, HBO, El Canal de las Estrellas y Canal 13 al mismo tiempo. Entero de obsesivo-compulsivo. Eso, hasta que el cerebro se me agota y estalla casi literalmente dejándome tirado en la cama mirando el techo como un sucio niño autista.

Es hora de terminar con eso. Es hora de devorarse las cosas en su velocidad indicada. Si tiene que ser a diez mil por hora, pues que sea así. Pero también me puedo demorar cinco horas contemplando las cosas que lo ameriten: una canción, una chica linda, una casa vieja perdida en el barrio Estación, un lalalá, whatever, no sé qué cresta más poner acá.

Si todo está claro, ¿cuál es el problema? El problema es que time is running out. 24 años, una carrera terminada hace dos, un año y medio sabáticos, poca gente nueva entrando a mi enano pero buen núcleo social, ya debería estar trabajando, debería haber aprendido más cosas, conocido más lugares, atrevido a más para no tener 12 a los 24, ya debería estar enrielado y avanzando hacia mi plan maestro megalómano que no detallaré por pudor, porque me revela como doceañero y porque casi todos los que leen esto lo conocen. Pero son todas esas hueás pendejas que ya deberían habérseme pasado.

Pico con el consejo de psicóloga chanta de "ay, cada persona tiene sus tiempos". Si es así, yo no quiero estos tiempos, quiero los de esa otra gente que tiene 24, los representa y los siente. Yo ya debería estar en otra parada.

----- insertar aquí final rematador, smartie, esperanzador pero no mamón, por ningún motivo resentido -----

* Una de las palabras que jamás aprenderé a escribir en inglés es "ryhthm". Me rendí.
**Ya, este post suena como de 2004 y se supone que ya no estoy escribiendo así. Me duele la garganta y quizás me resfríe por dormir en pelota cuando ya se acabó el verano y hace frío. Pero odio los malditos pijamas. ¿A quién chucha le importa esto? Chao.
***En VH1 están tocando "I like big butts and I cannot lie". No esperaba estar despierto hasta esta hora para ver eso.

6 comentarios:

vilma dijo...

te quedaste en el pasado nene

yo hablo de velocidad personal, como la película XD

no es rithm?

adios columpio boy

subeteamilavadora dijo...

no me gusta la palabra pavada

daniela dijo...

a mi me gusta la palabra "pavada" y también "burrada". se me olvidó que venía a decir, pero de seguro era un consejo malo
saludos

Anónimo dijo...

Si, a mi me pasaba lo mismo. Me fuera muy mal o muy bien, siempre era de las primeras en entregar, y tambien a proposito me demoraba. Es que lo mismo, lo que sabia, lo sabia, y lo que no, no iba a aparecer milagrosamente en mi cabeza si me quedaba mirando la pregunta eternamente.

Andar a destiempos es, a veces, inevitable.

Saludos, JP

Anónimo dijo...

Ah, y estirar el chicle es una de las cosas que mas odio en el mundo.

Ah, y si po. Imaginate yo, igual de obsesiva con el tiempo, enterandome que voy a tener que pasar un semestre mas en mi U del demonio.

Pero hay que relajarse parece. Si no, uno termina como esos viejos llenos de ulceras y weas asi, de esas que no existían antes y que ahora todo el mundo tiene porque es post moderno e inevitable. Nah, a veces hay que simplemente resignarse, no?

Go with the flow, o algo asi. Poco importa.

dame una canción buena dijo...

todo bien?

tanto tiempo