Va quedando poco. Muy poco. Muy. Los periodistas son todos unos buitres. Creo que nunca más en mi vida haré prensa. Me dedicaré a vender seguros y a escribir libros que jamás publicaré. Quemarlos es una buena idea. Lo mismo que ir deshaciéndose de dedos en cada fogata literaria. Un libro quemado, un dedo quemado. Así me obligo a no volverlo a hacer. Como siempre: no sé qué puede salir de eso.
Quizás debí pensar en prensa escrita desde el primer momento y quizás ése fue la primera carta mal tirada que arruinó todo el juego.
¿Para qué escribo este blog? Para releerlo en cinco años más y darme cuenta de qué es lo que no tengo que volver a hacer.
Tengo que adelantar y no que atrasar. Dejar de lado las obsesiones y hacerle más caso a las emociones. Que no, no son lo mismo. No bloquearme. Cambiar el curso de cada conversación a mi conveniencia. Decir "historias" en vez de "cachos" o de "noticias". Escuchar menos al resto y más a mí. Ser egocéntrico y no avergonxarme de ello. No mirar el reloj ni comprobar a cada rato que faltan muchas horas y muchos días para que algo comience a ponerse realmente bueno. Cambiar la radio. Cambiar el canal. Irme a puesta al aire a ver Sony si es necesario. Robarme los Plan B y los dvds vacíos. Pensar que, si los demás hacen preguntas imbéciles en las conferencias, yo también puedo hacerlas, porque total, a lo mejor es inteligente y yo no me he dado cuenta. Joder, esto es periodismo informativo. No cambiarás el mundo desde la televisión más autónoma del sur de Chile.
miércoles, 29 de diciembre de 2004
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